Estimada parroquia. Razonar no está de moda, y además cansa mucho. Es tremendamente más sencillo apuntarse a una corriente de pensamiento y adoptar su dictado fielmente. Ante la ausencia de una corriente de pensamiento (suele ser el caso mas habitual), también puede uno seguir fielmente la irracional doctrina de un partido político. El resultado es el mismo.
Si uno lo piensa con detenimiento, no es pequeño el esfuerzo que encierra posicionarse ante cada noticia que nos muestran los periódicos que leemos, la radio que escuchamos, o nuestro TL de twitter. Para cada asunto, hay que leer con detenimiento, comprenderlo, buscar referencias, verificar fuentes, eliminar toques editorialistas, y tras revisar los fundamentos racionales, éticos, morales, religiosos (si procede), etc. de uno mismo, posicionarse en consecuencia. Como dije antes, es mucho más cómodo ahorrarse todo ese proceso, y adherirse con lealtad a una corriente de opinión predefinida que te alimente de argumentos para defenderlos con vehemencia donde corresponda.
Para haceros más sencilla la tarea, os presento esta figura, que simplifica enormemente el proceso. No hace falta pensar nada, basta con asumir la postura que queramos, y !ya esta!, ya tenemos opinión.

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En \modoironiaoff, puede parecer que lo acabo de contar es una exageración irónica de la realidad, no lo es. Mucha gente se define fiel seguidora de un partido político o una corriente social. Si uno lo piensa con detenimiento, la probabilidad de estar de acuerdo en todas (o la mayoría) de las opiniones de un partido político, son muy pocas. Y esa probabilidad se hace prácticamente nula con el paso de tiempo, dada la evolución de los asuntos a debatir, de las líneas de pensamiento de los partidos políticos y de nosotros mismos (sobre esto último, creedme, hay gente capaz de cambiar de opinión, se han dado casos).
En resumen, queridos feligreses, os invito a cuestionar todo lo que os pongan delante, darle al coco, y emitir vuestro propio juicio. Cansa, pero mola.

 

Hace unos meses que mi amigo David me recomendó las TED Talks, y desde entonces no son pocas las ocasiones en las que amenizo alguna comida-castigo delante del ordenador con alguna de estas charlas. En una de las últimas que he visto, Tim Hardford habla de la «Prueba, error y el complejo de Dios» (Trial, error and the God complex, si no la has visto ya, te recomiendo encarecidamente que la veas, es brillante). Con las sorprendentes habilidades analíticas que ya mostró en The Undercover Economist, Tim Harford sostiene que la mayor parte de los sistemas complejos que finalmente han tenido éxito, han sido construidos mediante ensayo y error, de lo que obtiene una interesante conclusión: Realmente no tenemos ni idea de como funcionan la mayor parte de los sistemas complejos, y lo único que ocurre es que creemos que, en nuestro pequeño mundo, somos capaces de comprenderlo todo, y en consecuencia capaces de elaborar la solución perfecta. Es decir, tenemos lo que se llama Complejo de Dios. Podríamos definir a un afectado por el Complejo de Dios como aquel  que, independientemente de lo complejo que sea el problema que está tratando, siempre tiene un abrumador sentimiento de que su solución es infaliblemente certera.
Supongo que os vendrán a la mente un buen número de ejemplos que se ajustan a la definición que acabo de dar. Hay colectivos con cierta tendencia a desarrollar esta dolencia: médicos, economistas, ingenieros, … Supongo que lo primero que hay que hacer para subsanarlo es admitirlo: Hola, soy wirtanen y tengo Complejo de Dios. 😉
Conviene sin embargo advertir, que -paradójicamente- no es en absoluto sencillo escapar del Complejo de Dios. No es sencillo asimilar que tus opiniones sean corregidas, tus trabajos comentados, tus análisis revisados …
Por otro lado, tampoco es habitual que las personas cambien de opinión y admitan sus errores sin que se les atribuya cierta dosis de debilidad. ¿será por eso que nuestra clase política jamás admite un error?. Tal vez, como comenta Harford, sea este un buen momento para que los líderes admitan su incapacidad para comprender de manera detallada los problemas complejos, pero también para que sus seguidores lo admitan como un detalle de inteligencia, y no de debilidad.

Me he encontrado en mi vida con numerosos enfermos del Complejo de Dios, de los que -lógicamente- he aprendido más bien poco. Por el contrario , de quien más he aprendido es de los líderes capaces de cuestionar a su equipo hasta obtener lo mejor de ellos en cada momento. Esto me recuerda a una genial definición sobre la diplomacia que leí hace tiempo en un escaparate en NY. «Diplomacy: The art of letting someone do things your way»

 

Este domingo estuvimos toda la familia en la Feria del Libro. No recuerdo cuando fue la última vez que fui. El objetivo de la visita estaba bien definido: conseguir para mi hjo una dedicatoria de Laura Gallego. Mi hijo de 11 años es un auténtico león, lee todo lo que cae entre sus manos, hasta el punto de estamparse con las farolas por la calle, al leer mientras camina.

Laura Gallego firmaba libros de 11:00 a 14:00 y cuando nosotros llegamos sobre las 10:45, la caseta de firmas de la autora de Las Crónicas de Idhún, ya contaba con una nutrida cola que poco tiempo después se alargó hasta tener el aspecto que veis en la foto. Nuestra vista no alcanzaba a ver el final de la fila.

En unos tiempos en los que lo más suave que se puede decir de la TV que padecemos es que es repugnante, me llamó poderosamente la atención ver a centenares de chavales capaces de aguantar más de 3 horas bajo el sol de justicia del Retiro, con el fin de conseguir un autógrafo de su escritora preferida. Fue para mí una sorpresa bastante agradable.

Moraleja: Desenchufa el cable de la TV y cámbialo por el HD, el ebook, el PC, el torrent, la mula … o un buen libro 😉

 

Puede resultar extraño, pero me produce cierta satisfacción cuando veo que los zapatos de mis hijos se caen a trozos. Puede que para algunos, la primera impresión sea la de cierto disgusto al tener que preparar la cartera para comprar unos nuevos. Yo, sin embargo, pienso que unos zapatos destrozados dan buena cuenta de carreras, saltos, escondites, excursiones, toboganes, columpios, y sólo ellos (los niños) sabrán cuantas aventuras más. Es decir, son los zapatos de un niño sano y feliz. Unos zapatos tan inmaculados como el primer día en un niño, serían la señal de algún problema posiblemente bastante mayor que el hecho de rascarse el bolsillo para comprar unos nuevos.
PS: Las zapatillas de mi hija que he puesto en la foto no son las peores 🙂

 

Agacharse, me refiero, … bueno, me explico, porque veo que la estoy liando parda. Vas caminado por la calle, y ves una moneda (reluciente o no) en el suelo. ¿Cual es el valor mínimo de la misma que hace que te agaches a recogerla y guardarla en tu bolsillo?. Un céntimo, dos céntimos, 5, 10 … ¿alguien da más?. En fin, me temo que en este asunto no soy muy práctico ya que por una cuestión de principios (reñidos a menudo con el pragmatismo), yo soy de los que se agachan a recoger la moneda por pequeño que sea su valor. Hay algo dentro de mí que me impide pasar de largo delante del dinero tirado en la calle y dormir tranquilo esa noche. Según nuestra flamante Ministra de Economía me encuentro en un estado preocupante de crisis permanente al comportarme así. Pues oiga, I’ll have to live with that!.

 

No hace falta ir a una prestigiosa escuela de negocios para saber que el sueño de todo responsable comercial es encontrarse con un cliente con la clara intención de comprar su producto/servicio. Llegados a ese punto, ¿qué puede haber más importante que asegurarse que el proceso de compra se realiza cuanto antes?. En mi opinión, nada. Sorprendentemente, hay muchos vendedores que no comparten esta opinión. Resulta increíble, pero cada vez con más frecuencia es posible encontrarse en una situación en la que los emplead@s se encuentran en la caja discutiendo sobre algún asunto (imagino que de una importancia infinita) que con el rabillo de ojo miran como sujetas en una mano la tarjeta de crédito y en la otra el producto que deseas comprar. Ante esta estampa, lo único que uno puede hacer es dejar educadamente el artículo sobre el mostrador y pedir disculpas por intentar interrumpir tan preciada conversación. Es asombroso que literalmente tengas arrastrarte ante el vendedor para gastar tu dinero. En otras ocasiones el escenario es diferente, pero el problema de fondo es el mismo:
* Entiendo que las tiendas de barrio deben dar un trato más cercano al cliente, pero ¿de verdad es necesario pegarse 20 minutos de charleta con cada cliente mientras tienes la tienda llena de personas esperando?
* En PC City tienen una especial habilidad para espantar clientes. Si quieres comprar un juego, tienes que coger la caja vacía, irte al extremo opuesto de la tienda para buscar a algún empleado y esperar a que tenga la bondad de irse al almacén a traerte la mercancía.
* En la mayoría de establecimientos, el teléfono tiene preferencia absoluta sobre todo lo demás. No importa que estés a punto de pagar, si entra una llamada de teléfono tu dinero y tú tenéis que esperar.
Debe ser que con la edad uno pierde la paciencia antes, ya que últimamente me he visto envuelto en las situaciones que acabo de describir, y en todas ellas el resultado ha sido idéntico: he salido de la tienda en cuestión sin realizar la compra. Esto me recuerda mucho a los Apple stores que describía en éste post en los que antes de que te quisieras dar cuenta, la compra ya se había realizado. Moraleja para dependientes: Si ves a alguien con la tarjeta de crédito en la mano y la sana intención de pagar, atiéndele antes de que cambie de opinión.

 

Algunos analistas indican que estamos entrando en la era facebook. Con 400 millones de usuarios y subiendo, es sin duda alguna un fenómeno social al que no podemos/debemos dar la espalda. El abultado número de usuarios de FB le hace imbatible en lo que se ha denominado «economía de la atención». Ciertamente, da escalofríos pensar que esta red social captura diariamente la atención de un número de usuarios del orden de la población total de Brasil (la mitad de sus 400M de usuarios entran a diario). De hecho, ya en Marzo de 2010, FB ha superado en número de visitas a Google (glups!).
Sin embargo, en muchas compañías, FB están baneado por los firewalls corporativos al considerarse una red social (!?) y por lo tanto con el único objetivo de hacer perder el tiempo a los empleados.
Es innegable que FB aglutina una parte no pequeña de las «tontunas de internet», pero ignorar, censurar y banear un fenómeno como FB no hace sino incrementar el síndrome «Mi jefe no se entera». En cierto sentido me recuerda a los que hace unos 10 años decían “yo me pienso resistir a comprar un móvil”.
Por el contrario, cada vez con más frecuencia es posible encontrar compañías que optan por explotar la potencialidad del fenómeno FB utilizando en su favor la economía de la atención que comentaba al principio del post.
Por su parte, y con bastante buen criterio, FB ha abierto su API, y dentro de poco será posible publicar contenidos en FB hasta desde un botijo. Este mismo post aparece también en FB mediante una de esas aplicaciones. Aún tengo pendiente trastear con el código para que los comentarios sean también compartidos en my blog y en FB.
La pregunta fundamental entonces es: ¿queremos realmente que esto ocurra?. Cada vez más tráfico en la red ocurre “en” (no «a través de») FB. Me temo que la base de datos de las intenciones, que algunos anunciaban hace años ya ha llegado.

 

El término nativo digital define a la generación para la cual las tecnologías digitales que desde hace años han cambiado nuestra vida (sobre todo la telefonía móvil e internet y sus consecuencias: SMS, email, google, facebook, twitter, linkedin, youtube, … ) han estado presentes desde que han nacido. Según cuenta Enrique Dans, estas personas son capaces de desenvolverse en el mundo digital como si fuera (de hecho es) su hábitat natural, mientras que a los demás (a los inmigrantes digitales) se nos nota «el acento».
Acabo de observar un claro ejemplo de la definición de «nativo digital» con mi hija de 7 años.
– ¿Puedo coger esta goma?
– No lo sé, a lo mejor tu madre la quiere para algo. Hay que preguntarle a ella.
– Bueno, como mamá no está, ¿por qué no miras e internet si va a querer la goma para algo?
Es obvio que habla el lenguaje digital de forma nativa aunque, como ocurre con su lenguaje hablado y escrito, aún está aprendiendo 😉

 

Ya desde que mi amigo David me enseñara en su casa de Bruselas su ebook de Sony, yo sabía que tarde temprano iba acabar con uno de esos chismes en la mochila. La verdad es que me ha costado bastante decidirme ya que uno no acaba de dejar de tener la sensación de que a esta tecnología le falta aún un pequeño hervor. Desde hace algunas semanas me hice adicto a los reviews varios en la red comparando distintas plataformas (Noox, Boox, Kindle, Barnes & Noble, Papyre, Inves, Sony, …). Lo admito, soy un tanto rarito con mis preferencias técnicas: pantalla táctil para tomar notas, y wi-fi para poder bajar directamente contenidos. El Boox de Onyx satisface estos requisitos y alguno más, pero lo que más me llamó la atención fue el hecho de que corre sobre linux y deja la puerta abierta a toda la comunidad de frikis para desarrollar aplicaciones. Lo malo: el precio, 399 euros :(. Mstislav se encargó de echar gasolina al fuego al encontrarlo por 329 en una web holandesa. Tras alguna que otra tomadura de pelo en la compra, lo tengo desde hace un par de semanas, y por ahora la opinión es muy positiva. Lo estoy estrenando leyendo «Todo va a cambiar», de Enrique Dans (cuya lectura recomiendo), y ya tengo una buena colección en la lista de espera de la tarjeta SD.

 

Amigos, aunque no se trata de un producto terminado, ya he avanzado lo suficiente como para realizar las primeras pruebas de fotografía de alta velocidad. Las fotos están tomadas con una larga exposición (2 seg.) en una habitación a oscuras, y disparando el flash cuando la gota en cuestión (agua, leche, aceite, … ) rompe una barrera láser. El láser que he utilizado es uno baratungo de los chinos (3 euros) cuyo switch está convenientemente hackeado. Al otro extremo de la barrera he conectado un sensor LDR. El arduino detecta un cambio en el LDR cuando la gota atraviesa la barrera láser, y tras un cierto retraso (lo que tarda la gota en impactar en el plato) cortocircuita el flash que he conectado a una zapata. Ese retraso se regula leyendo el valor de una resistencia variable que está conectada a una de las entradas analógicas de arduino. El circuito incluye dos optoaclopladores para aislar el encendido del flash y el láser. Bien pensado, creo que habría sido mejor no asilar el encendido del láser y alimentarlo directamente desde la placa de arduino. De esta manera evitamos que al caer la tensión de las pilas con el uso del láser, se escogorcie el umbral que he establecido para considerar rota la barrera láser.

En la siguiente versión voy a regular ese umbral con otro potenciómetro conectado a una entrada analógica.

El optoacoplador del flash es de uso obligado ya que lo último que quiero es que el cerro de amperios que pasan por el flash circulen por el arduino, el portátil o mi dedo.

La placa que he hecho incluye además dos leds: verde (barrera láser alineada) y rojo (barrera rota).

El «rig» que he montado para sacar las fotos está obviamente más condicionado por los materiales que tenía a mano que por la idoneidad de los mismos. Como veis, he usado una silla y unos gatos para sujetar el láser y el sensor LDR (dentro de la funda de un boli BIC). Para liberar la gota, he usado una ampolla de suero que le he levantado a mi Santa sujetada con una espada de madera que le he mangado a mi hijo (ya os avisé que he usado lo que más a mano tenía). Lo malo de hacer las fotos a oscuras es que tienes que enfocar en modo manual, y lo bueno es que hay que hacerlo a una hora bastante golfa (para gran regocijo de mis hijos que se lo han pasado de miedo con el experimento). Cosas a mejorar para la próxima versión:

– Utilizar algo más adecuado que gomas del pelo para sujetar el láser y el LDR,

– Disminuir la sensibilidad del potenciómetro que regula el retraso del encendido del flash

– Añadir un potenciómetro que regule el umbral de rotura del láser

– Alimentar el laser con la placa del arduino

– Añadir un micrófono que dispare el flash por sonido para fotografiar globos explotando, bombillas rompiéndose, …

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