Ago 172011

Supongo que os vendrán a la mente un buen número de ejemplos que se ajustan a la definición que acabo de dar. Hay colectivos con cierta tendencia a desarrollar esta dolencia: médicos, economistas, ingenieros, … Supongo que lo primero que hay que hacer para subsanarlo es admitirlo: Hola, soy wirtanen y tengo Complejo de Dios. 😉
Conviene sin embargo advertir, que -paradójicamente- no es en absoluto sencillo escapar del Complejo de Dios. No es sencillo asimilar que tus opiniones sean corregidas, tus trabajos comentados, tus análisis revisados …
Por otro lado, tampoco es habitual que las personas cambien de opinión y admitan sus errores sin que se les atribuya cierta dosis de debilidad. ¿será por eso que nuestra clase política jamás admite un error?. Tal vez, como comenta Harford, sea este un buen momento para que los líderes admitan su incapacidad para comprender de manera detallada los problemas complejos, pero también para que sus seguidores lo admitan como un detalle de inteligencia, y no de debilidad.
Me he encontrado en mi vida con numerosos enfermos del Complejo de Dios, de los que -lógicamente- he aprendido más bien poco. Por el contrario , de quien más he aprendido es de los líderes capaces de cuestionar a su equipo hasta obtener lo mejor de ellos en cada momento. Esto me recuerda a una genial definición sobre la diplomacia que leí hace tiempo en un escaparate en NY. «Diplomacy: The art of letting someone do things your way»